"Disco bellísimo, indispensable a la par que esperanzador, pues con él podemos empezar a pensar, como dirían los demógrafos, que 'la renovación generacional está garantizada'."
El conjunto asturiano
Forma Antiqva (fundado por los hermanos Aarón, Pablo y Daniel Zapico en 1998) se ha convertido, por méritos propios, en la cabeza visible de la última generación de intérpretes de música antigua españoles. Cantantes e instrumentistas que empezaron a trabajar profesionalmente con la llegada del nuevo siglo y que hoy son ya mucho más que una promesa. “
Generación Zapico” bien podríamos llamar a esta reciente hornada de rescatadores de sonidos pretéritos, que a diferencia de las anteriores, ha crecido en paralelo con Internet –y no delante… para marchar luego detrás-, que han asumido y aprovechado, sin proceso de adaptación, el mundo de las webs, los foros, los blogs, el “
Gran Hermano” de Google, la “
mula”, el indiscriminado y vociferante escaparate del Youtube, los móviles, el mp3 y el horizonte invisible y mágico de los dispositivos bluetooth. Ellos no existían –o casi- cuando en los 70 la música antigua empezó a interesar en España, eran niños cuando en los 80 los últimos vinilos y el cd popularizaban aquello de los “
instrumentos originales”. Fueron adolescentes en los 90, cuando se disparó la formación de grupos barrocos y la asistencia a cursos de verano, cuando Radio-2 nos descubría a
Musica Antiqua Köln, al
Hilliard Ensemble o a “
un tal Herreweghe”, cuando se hacían largas colas para escuchar por vez primera a “
los Tallis” o a “
Les Arts Florissants”. Pues bien, aquellos niños crecieron, como era de suponer. Venían empujando y aquí están. Graban sus discos, y lo hacen al mejor nivel.
Tras el prometedor “
Bizarro!!” (su primer cd) y el arrebatador “
Insólito Estupor”, nos llega ahora este monográfico Domenico Scarlatti, que no es sino una inmejorable oportunidad para conocer la música vocal de un autor mayoritariamente encumbrado por su legado clavecinístico. “
Sopra Scarlatti” nos descubre un mundo en general muy poco frecuentado: el de las
cantatas para voz y continuo, sin más instrumentos para dialogar. ¿Para qué mas? nos dicen los chicos de
Forma Antiqva. La fabulosa soprano extremeña María Espada representa –literalmente- un canto plagado de matices dramáticos, acompañada de un suculento bajo continuo en el que la cuerda pulsada es la absoluta protagonista, mostrando la más amplia galería de recursos y timbres puestos al servicio de una intención musical arrebatadora. Pero si quedaran dudas sobre la competencia de los “
continuistas”, cada uno de ellos tiene su sonata o preludio para hablar en solitario. Particularmente generosa se muestra la cellista canaria Ruth Verona, con un preludio de casi cinco minutos, que inevitablemente nos hace recordar los soliloquios de Bach. Y de propina el delicioso “
Se l’aura spira” de Frescobaldi. ¿Qué más se puede pedir?
Disco bellísimo, indispensable a la par que esperanzador, pues con él podemos empezar a pensar, como dirían los demógrafos, que “
la renovación generacional está garantizada”.