"(…) la agrupación «Forma Antiqva» y el tenor catalán Xavier Sabata regalaron al concurrido auditorio un recorrido por el Barroco italiano del siglo XVII (…) El binomio «Forma Antiqva»-Sabata se entendió a la perfección en una actuación que además fue plástica y cuidada en su parte escénica. El juego de luces dio lugar a momentos mágicos que reforzaron las pasiones y crearon cuadros expresionistas, reforzando la dúctil expresividad del contratenor y su mística teatral. Pocas veces puede disfrutarse de la cuerda de un contratenor y otras tantas de un cantante tan versado en el plano dramático."
El auditorio del Conservatorio del Nalón acogió el lunes el segundo concierto del
VII Festival de música antigua «Eloy Zapico», que arrancó el pasado viernes con la actuación del grupo «
La Caravaggia». El lunes la agrupación «
Forma antiqva» y el tenor catalán Xavier Sabata regalaron al concurrido auditorio un recorrido por el Barroco italiano del siglo XVII. El recital alcanzó su cénit en la página de «
El Lamento de Ariadna», de Claudio Monteverdi, para más tarde descender la curva de sensitividad y volver a bombear con reposo en «
Amanti io vi so dire», de Tarquinio Merula, que fue la última obra, bella, sencilla y despreocupada; con el colchón musical de la guitarra barroca y el soporte rítmico de la cuerda pulsada.
El recital adquirió una unidad que reinó sobre la variedad de «
affetti» barrocos. «
Como si fuera una ópera de la época», explicó la musicóloga María Pilar Hernández, quien presentó la velada. El tono pasó de la tolerante y cariñosa «
O bella più» a apasionado y tormentoso; y de ahí a resignado, flemático y, por fin, apacible. Los compositores barrocos buscaban mover el espíritu del oyente. Influían en las pasiones a través de la música. En el centro de la teoría barroca, como en la ciencia y la filosofía de la antigüedad, estaban los temperamentos -colérico, sanguíneo, flemático y melancólico-, y los compositores desarrollaron todo un catálogo de figuras retórico-musicales para lograr su objetivo. Porque en el Barroco la música vocal alcanza su primer esplendor e independencia: el texto es el alma de las canciones y las palabras se tradujeron en música con el «
ensemble» instrumental y con Sabata.
«
Rara avis 1.0» fue el título del programa que presentó «
Forma Antiqva», una agrupación nacida en el seno del Conservatorio langreano. El «
ensemble» ya ha marcado un camino personal en la interpretación de la música antigua. Su trabajo es dinámico, fresco y atrevido. «
Bizarro!!», su primer trabajo discográfico, que recoge el programa que presentó la formación en el
fringe del
Festival internacional de música antigua de Barcelona, fue reconocido por la revista «
Goldberg». En abril se prevé que salga a la luz su segundo disco.
«
Forma antiqva» sigue una corriente historicista que se acerca a la originalidad de las páginas antiguas. Originalidad en cuanto al acercamiento a esa música, pero también en cuanto a su concepción. Los instrumentos barrocos, como los violines, de sonido más suave que los actuales, pero de gran resonancia en los armónicos, sin almohadillas y de escaso «
vibrato»; o la tiorba y el archilaúd, que se desarrollaron para aderezar el acompañamiento de los cantantes, ofrecieron ricas combinaciones instrumentales. Cada músico mantuvo su personalidad dentro del «
ensemble», pero supeditados a las técnicas de composición de la época y al maestro de ceremonias, que soportó armónicamente el entramado: el clave. Resultó muy interesante la combinación de texturas instrumentales que jugaron con las improvisaciones, especialmente intensas en el instrumento de tecla. Es la libertad de construir el bajo continuo que significó en el Barroco la consolidación de los principios armónicos, que con Bach llegarán a su cénit.
El binomio «
Forma antiqva»-Sabata se entendió a la perfección en una actuación que además fue plástica y cuidada en su parte escénica. El juego de luces dio lugar a momentos mágicos que reforzaron las pasiones y crearon cuadros expresionistas, reforzando la dúctil expresividad del contratenor y su mística teatral. Pocas veces puede disfrutarse de la cuerda de un contratenor y otras tantas de un cantante tan versado en el plano dramático. Los matices expresivos y vocales de Sabata, técnicamente con cuerpo en la voz y control máxime sobre el vibrato, tuvieron varios momentos especiales: «
El lamento de Ariadna», concebido para voz femenina, al que le siguió un fragmento instrumental a tiorba sola en la penumbra, y el «
O morte gradita», de Stefano Landi, en el que la muerte se volvió dulce, como la opción clásica a la que abandonarse para olvidar las penas del corazón. El cantante interpretó la obra a la luz de una vela, asomado hacia el clave, que realizaba un sencillo acompañamiento arpegiado, sin demasiados adornos y manteniendo un carácter intimista.